Otro de los errores que normalmente se cometen es tratar de calentarse pegados a fuentes de calor extremas como chimeneas o radiadores que se ponen al máximo para tratar de calentar la estancia lo antes posible. Al igual que pasa con la ducha, la piel sufrirá el cambio brusco de temperatura produciéndose irritaciones, rojeces y sequedad. Lo ideal es mantener nuestro hogar a una temperatura constante de entre 21 y 23 grados. ¡Nuestra piel lo agradecerá! ¡Y nuestro bolsillo también!

6 consejos para protegernos del frío

Muchos españoles, a pesar de los consejos de las autoridades de quedarse en casa, tienen que salir a trabajar o aguardan largas colas en supermercados para abastecerse de comida y en la mayoría de los casos tienen que pasar más tiempo de lo recomendable a la intemperie



¡Ha caído la nevada del siglo! sepultando muchas ciudades de España, entre ellas Zaragoza o Madrid, en centímetros y centímetros de nieve y todavía no ha pasado lo peor. Ahora viene una ola de frío, como pocos recuerdan, que congelará la nieve y hará que vivamos temperaturas de hasta 10 grados bajo cero, algo que pocas personas han vivido antes en muchas localidades. 

Lo primero que debemos saber es qué el frío produce vasoconstricción en los capilares de nuestra piel, lo que hace que se contraigan y que no llegue suficiente oxígeno a nuestra dermis. El primer efecto es ver la piel seca y apagada. Por otro lado, el frío también hace que nuestras células no se renueven a la velocidad que deberían, acumulando una capa de células muertas que impiden la nutrición natural de la epidermis produciendo tirantez y pérdida de luminosidad. Esta sequedad suele transformarse en piel enrojecida que traen consigo sensación de picor o escozor en la zona, y en algunos casos que se empiece a pelar, especialmente los labios produciéndose lo que se conoce como “labios cortados”.

Pero, ¿todas las pieles son igual de propensas a enrojecerse con el frío? No, las pieles más blancas, claras, finas y secas son las que más se enrojecen debido a que tienen menos glándulas sebáceas que la protejan, especialmente en zonas como el rostro, el cuello y las manos, que son las que más sufren.

Cómo proteger nuestra piel del frío

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