Tras dos años cerrado, el Café Comercial acaba de reabrir sus puertas. La cafetería más antigua de Madrid se ha renovado por completo y aspira a volver a ser el café de referencia de la capital
La reforma ha sido absoluta, pero respetando, claro está, todos los elementos protegidos por Patrimonio y aquellos otros que, restaurados, podían servir para conservar la esencia: barra, lámparas, columnas, maderas de los espejos, mármoles… (El estudio Rehabilitar se ha hecho cargo de las obras y el interiorismo corre a cargo de Madrid in Love Studio). A su favor juegan, indudablemente, estos vientos ‘vintage’ que nos han hecho volver a valorar el baúl de los recuerdos y la estética del ayer.
Y hay que hablar de un cambio: si antes la licencia era de café bar, ahora lo es de café restaurante. Hay una propuesta culinaria firmada por Pepe Roch, asesor gastronómico del Grupo El Escondite y socio en el proyecto. Dos cartas diferentes -una para barra, otra para comedor- y una idea, la de trabajar los sabores castizos en cinco direcciones: ‘Raciones de taberna’ (con, por ejemplo, albondiguillas de buey en salsa con azafrán); ‘Madrid en ascuas… josper!’, con carnes de La Finca; ‘Al horno’; ‘La lonja Mercamadrid’ con los pescados más frescos del día y ‘Clásicos castizos’, con los inevitables callos de morro.
Y bien, esto no es sino una muy somera aproximación al nuevo Café Comercial. Aunque los juicios quedan a criterio del cliente de ayer y del de hoy, diré mi opinión: no es lo que era, es cierto, pero seguramente está bien que sea así. Pensemos en el manido ‘renovarse o morir’: en este caso, el café ya había muerto. La renovación le ha hecho resucitar y de ese tránsito ha salido libre de caspa y con ganas de dar asilo y cafés cien años más.