Sobre un solar dejado de la mano de sus propietarios, el equipo de Guillermo Vicente ha creado un Oasis en el centro de Zaragoza. Estilo newyorkino, trasgresor, luces indirectas, sillas y taburetes muy cómodas, distintos espacios para todos los gustos y servicio muy atento. Todo ello con la torre de San Gil como fondo de escenario.
El establecimiento abre a las 20 horas de lunes a domingo. Los fines de semana también a la hora del aperitivo. Ofrece un surtido variado de tapas y raciones con una calidad mas que aceptable. Destaco el jamon ibérico, el bonito con pimientos y piparras, el bacalao con fritada y las anchoas del cantábrico con un toque a limón. Acompañamos la cena con un rosado de Dominio de Longaz, Cava Rosado Elyssia de Freixenet y Champagne Henri Abelé.
Tras la cena, unas copas bien servidas. Yo me decanté por un mojito especialidad de la casa con azúcar moreno, fresco y elegante. Otros acabaron con un gin tonic De G Vine aromatizado.
En resumen: lugar muy agradable con un precio correcto y una música suave que invita a la tertulia. Recomiendo encarecidamente
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